El interesante artículo parte de
una situación concreta de crisis donde las empresas o sus formas y modos de
organización se pueden sentir cuestionadas. Además de que reinciden en su
propio pecado de excesos y defectos. Y que 23 años después podríamos afirmar
que todavía se reproducen.
Se presenta un esquema
(itinerario) para abordar el tema, que no es otro que vislumbrar situaciones en
las que las y los trabajadores (o la propia institución o empresa) se pueden
encontrar en su propio ejercicio de funciones (obstáculos). Igualmente se
plantea ciertas alternativas para solventar las dificultades encontradas.
Intuimos que no es una empresa
cualquiera, puede ser una gran empresa, una multinacional, una corporación,
institución pública, una empresa que aplica sistemas de gestión rígidos y
alienantes no sólo hacía el personal sino incluso hacia el seno de la
institución. Es decir, no se trata de una PYME, de una cooperativa de economía
social de 20 socios/as de una. ONG etc. O eso creo yo.
Así, el itinerario que plantea
consta; abordaje de la información, análisis de la misma,
planificación de la acción (ejecución y control de los resultados). El
itinerario debe de ser concatenado, con la misma importancia, sin jerarquía
entre unos y otros, debiéndose usar íntegramente y sin obviar ninguna de sus
partes.
Sobre la información al interior
de las empresas se plantea que adolecen de que se transmita de forma adecuada y
oportuna, a veces no se entiende, y no se transfiere de igual forma en los
diferentes estamentos de la estructura. El obstáculo que se plantea sería la
falta de información, falta de comunicación, ¿por inexistencia de mecanismos,
métodos, protocolos? ¿por ser una estructura gigante?. No obstante, nos podríamos
preguntar si realmente esa aparente falta de “transparencia” o falta de
información es interesante e importante para la totalidad del personal, e
incluso si es intencionada. Mientras tanto pienso en el señor portero de las
oficinas. Entre líneas se entrevé que la “información es poder” y como tal se
suele utilizar.
En cuanto al análisis, parte de
que el obstáculo para realizarlo son las limitaciones (inherentes a las
personas) que imposibilitan un adecuado análisis de la información. Si a eso se
le suma “condiciones de ambigüedad institucional” el resultado es un análisis
erróneo.
Lo relevante de este punto es
saber por qué se parte de limitaciones y por qué se da por hecho de que
aquellas personas o grupos que tienen otro tipo de análisis igualmente lo hacen
mal. Si vemos las limitaciones como oportunidades y a los que saben les dejamos
hacer (o pensar), no hablaríamos de resultados mediocres, de soluciones
apresurados y de diagnósticos incorrectos. En resumen, las debilidades y
amenazas, se pueden convertir en fortalezas y oportunidades.
La acción y entendiendo a ésta
como la etapa de ejecución donde se actúa sobre aquello que sabemos a través de
la información recibida y de su análisis correspondiente, plantean como
obstáculo propia asignación de las responsabilidades y de sus presumibles
responsables. Distingue entre responsables y culpables. Donde coincido en la
opinión de que aprender de los errores y equivocarse es parte de la acción. Se
apela rotundamente a la responsabilidad. Todo lo demás, de culpar sin ser
responsables y renegar de y escurrir el bulto hacia otro lado, son actitudes
nada ejemplares de lo que debe ser la responsabilidad.
Finalmente se plantea lo que
serían las alternativas a los obstáculos que se han ido viendo en el
itinerario. Por una lado, parte de que hay que aceptar nuestras limitaciones,
afirmando que equivocarse es de seres humanos y que la culpa no corresponde con
la responsabilidad. Por otro lado, para abordar los obstáculos plantea el
trabajo del presente, analizando el día a día de lo que sucede en la empresa.
Añadiría que si bien es cierto que se trabaja el presente, los errores son del
pasado y para aprender de ellos hay que dar una mirada hacia tras y que la
acción de planificar implica indiscutiblemente pensar en el futuro. Eso sí, se
corrige en el camino.
Otra opción para abordar los
obstáculos es la de pensar en el otro, es decir, que cuando pensemos en el
final de la cadena del producto o servicio que se genera en la empresa, negocio
etc. nos acordemos de que todos somos clientes potenciales, donde su
satisfacción en su consumo se traduce en la sostenibilidad de nuestro puesto de
trabajo. “La nómina la paga el cliente”, dice. Añado, la nómina la paga el
dueño/empresario/propietario/capitalista… Que se lo pregunten a los despedidos
potenciales de la Coca-Cola, empresa con beneficios y consumidores satisfechos.
Y así ha sido, es y será. Otra cosa es que no haya otros modelos y alternativas
de relaciones laborales, donde la misma persona, como consumidor y cliente y propio
trabajador salga igualmente satisfecho dependiendo de la figura que ejerza.